Radiografía de la política coahuilense
Jorge Arturo Estrada García.
Inseguridad, deuda, escasa obra pública, progreso estancado son la constante. Ganar una elección sólo gana tiempo y no es plebiscito. Tampoco es cheque en blanco. Ni da derecho a reclamar hegemonías. La forma es fondo. Sin consensos y unilateralmente, el grupo en el gobierno dicta leyes que afectan a terceros, pero que no atiende a las causas del problema. Mucho menos aporta soluciones. Los empleados del gobernador, que ocupan los lugares en el Congreso, aprueban iniciativas a espaldas de los ciudadanos. Y hasta tratan de apalearlos mediáticamente.
Los coahuilenses, empresarios incluidos, apáticos y débiles, son sacudidos por los hechos consumados de un grupo gobernante al que no le interesa hacer política. Son casi nueve años de abusar de los pésimos ciudadanos en los que nos hemos convertido.
Han sido abusos enormes. Y los hemos permitido: 36 mil millones de deuda a pagarse en por lo menos 20 años. Más de cuatro mil asesinados y ejecutados. Cerca de tres mil desaparecidos. Y autoridades que entregaron a Coahuila a la delincuencia sin chistar. Somos casi tan malos como nuestros gobernantes.
El gobierno “cuida” su erario, el dinero de todos los coahuilenses. Pero apela a la solidaridad de los patrones. No hay castigos para los funcionarios que permitieron los asesinatos, las ejecuciones y las desapariciones. Y ya han pasado muchos años. Y los casos se siguen acumulando.
Varios personajes que conocieron de esos asuntos andan muy activos con el actual gobernador. Incluso Armando Luna, varias veces secretario de Gobierno es uno de los promotores y defensores de la cuestionada ley. Y David Aguillón fortalece al tricolor bajo su liderazgo.
Decenas de leyes se han aprobado en el gobierno de Rubén Moreira y muy pocas castigan a los funcionarios, no hay cargos contra los que dilapidaron el dinero de las próximas generaciones pagando los intereses más altos de la banca comercial para una entidad federativa. Tampoco hay castigo para los que por temor, incapacidad o complicidad permitieron que los delincuentes se apoderaran del estado. Convirtiendo muchos poblados coahuilenses en estados fallidos.
Así como han pasado cinco años sin pagar las deudas con proveedores y constructores por casi tres mil millones, el gobierno de Coahuila no ha intentado encontrar a los culpables de la guerra que Coahuila perdió con la delincuencia organizada. Y de los funcionarios de alto nivel y de todos los tamaños que lo permitieron.
Tampoco han completado las policías locales. Los salarios no compiten con los de nuestros vecinos. No hay voluntad, ni recursos. Prefieren las obras de relumbrón. De Estados Unidos llegan los testimonios y pruebas de los crímenes que en Coahuila no se persiguen. Acá los diputados legalizaron la megadeuda, la recontrataron y prácticamente exoneraron a Javier Villarreal.
En Texas ya se reporta una red de lavado de dinero que apunta hacia Humberto Moreira y sus principales operadores financieros: Javier Villarreal y Jorge Torres López. También se hacen las conexiones con prestanombres y ayudantes como Raúl González Treviño, Vicente Chaires, Lorenzo Shuessler y Oswaldo Coronado. Los Fiscales federales, de Texas y la DEA van sobre la red coahuilense de drogas y corrupción como la han denominado. El San Antonio Express News sigue la pista en Coahuila.
La clase empresarial de Coahuila da vergüenza. Nunca exigieron cuentas claras y gobiernos honestos con policías confiables y completas. Permitieron y toleraron a los pésimos gobiernos estatales y municipales. Nunca se convirtieron en líderes sociales. En Nuevo León la Iniciativa Privada es el motor de su recuperación.
Los vicios individuales son la causa de la inseguridad, sostiene Rubén Moreira. Pero, no hay confianza en las autoridades. No hay aprecio por su trabajo. Y las distancias se amplían.
Las fallas de la autoridad las pagan los ciudadanos. El gobierno protege su erario, sus abusos, despilfarros y hasta raterías. También la ineficiencia e incapacidad. Justicia y gracia, para los amigos para los demás la ley a secas, reza la máxima juarista. Así, Armando Luna manda a los tribunales a los empresarios que se han manifestado en contra de pagar el pato, por las deficiencias de las autoridades.
Tan sencillo que sería empezar con los encargados de la seguridad en Coahuila en esos momentos. El fiscal Torres Charles y los secretarios de gobierno Armando Luna, David Aguillón. El Pacto Social compromete a las autoridades a brindar seguridad. No lo hicieron. Por su incapacidad se dieron los secuestros, ejecuciones, levantones, desapariciones. Por su incompetencia no se encontraron a los responsables. Se les perdieron los cadáveres, hubo fugas masivas, narcofosas rodean las ciudades y hasta cadáveres cocinados en los penales estatales.
Vivimos una guerra y la perdimos. En Coahuila, las autoridades no ganaron. Los delincuentes se replegaron con sus botines. Y claro que podrían regresar y no estamos preparados. El tejido social está roto y no sido reparado. Lo electoral ha sido prioridad. Lo demás se queda corto en los hechos y largo en el discurso.
Pero no sólo en la seguridad y el manejo de las finanzas han fallado, los gobiernos estatales. El desarrollo económico y la educación se han estancado. Grandes fracasos retratan sus gestiones.
El gobierno estatal sólo puede emprender obras de alcalde, pavimento, baches, puentes y bebederos en escuelas. Ni siquiera planes de movilidad como sistemas de metrobús o metro. En Coahuila, para los pobres despensas y pintura y para las clases medias más cemento y puentes.
En contraste, en Querétaro desde 2005 construyeron un clúster aeroespacial, que aporta ya 30 mil empleos además de profesionistas, postgrados y técnicos en aviones y helicópteros. En Guanajuato, en Silao, en 2006 construyeron un Puerto Interior con aduana interior, aeropuerto, vías férreas y autopistas para logística del siglo 21. Ya se han instalado 76 empresas, inversión histórica por más de 2 mil 600 millones de dólares y más de 15 mil empleos directos comprometidos. En Nuevo León líneas 3 y 4 del Metro y un sistema de 30 kilómetros de Metrobús. Son inversiones estratégicas que en Coahuila nunca concretamos.
Los pésimos alcaldes que hemos padecido, desde Humberto Moreira hasta la fecha, poco abonaron al progreso de Saltillo. Lo mismo se le ocurre a Isidro. El alumbrado no es seguridad. Tampoco las lecciones de zumba en los centros comunitarios. Él debe recuperar los barrios y colonias de la ciudad, volverlos seguros y respaldar a los saltillenses para que reconstruyan sus vidas, tras la guerra que padecimos.
Pero con ocurrencias como la del Comandante Clemente Yánez de convertir a franeleros y taxistas con 100 horas de capacitación en policías, no es mucha ayuda. Además con el pago de una despensa o empleo temporal de 60 pesos al día, suena ridículo.
Isidro no es un brillante ni sagaz empresario, no fue mano para dirigir el grupo que fundó su abuelo, y tampoco ha comprendido la esencia de su cargo ni el contexto histórico que le toca vivir. Todavía tiene tiempo para aprender y recapacitar.
Tras el proceso electoral de julio, Coahuila ha entrado en una espiral de conflictos. Rubén ganó un tanque de oxígeno, pero su gestión sigue hundida hasta el cuello. Sus colaboradores más cercanos ya actúan como guardias pretorianos. Y además lo encapsulan muy lejos de los ciudadanos. Envalentonados luego de la victoria electoral, también aparecen los esquiroles y jilgueros.
A quienes piensan diferente, tratan de apabullarlos en lugar de conciliar. Así, vemos a Riquelme y al nefasto secretario de turismo, Luis Alonso Rodríguez encabezando un ajuste de cuentas con los hoteleros. Les echan el caballo encima. En el gobierno estatal son malos para pagar, deben el ISN a los fideicomisos, miles de millones a los constructores y proveedores, a Pensiones, a los mineros, a los hoteleros, a los alcaldes, etc. Son malos para pagar, malos para entregar los recursos, malos para las cuentas y hasta señalan desvíos.
El procurador Homero Ramos, sumido en su incapacidad echa la pelotita a Isidro López por los asaltos, pero no captura a los maleantes. Ofrece capacitación y sus propios resultados y antecedentes son pésimos. Luna Canales y María Esther Monsiváis le dictan a los empresarios que el camino para resolver sus problemas son los tribunales.
El obispo de Saltillo se alza como juez furibundo, como siempre sólo parcialmente y a toro pasado. Al igual que los demás, yo no lo veo insistiendo en castigos a los altos funcionarios estatales que entregaron el estado, que permitieron las matanzas, ni siquiera a los que arruinaron financieramente a Coahuila. Como siempre, monseñor Raúl Vera se refugia en sus clientelas que le dan reflectores internacionales. Su grey es la que sufrió los abusos y corrupción de los malos gobernantes. Su grey es la ha vivido con temor y dolor. Sus hijos así han crecido, en barrios azotados por las balas y la inseguridad. Para Vera si no eres migrante, no aportas a sus sueños de premio Nóbel.
El Rubenismo, que sigue en declive, está dando una lección a los pocos y débiles empresarios coahuilenses. En Coahuila no se generan consensos sólo se dictan leyes. No se completan las policías ni se repara el tejido social. Pero la habilidad de los operadores combinada con la apatía de los coahuilenses reporta resultados.
El grupo en el gobierno apostó por la apatía de los coahuilenses. Por las leyes electorales amañadas. Por la maquinaria y el abstencionismo. Y les salió el truco.
Rubén Moreira le ganó la mano a todos. En su punto más bajo. Sin amplio respaldo social, sin prestigio, sin confianza entre los ciudadanos, con malas evaluaciones, con sus leyes, operadores y movimientos en la escena electoral ganaron todos los diputados locales. Ahora, debe construir cuidadosamente su salida. Para que no le pase lo mismo que a su hermano Humberto.
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